domingo, 16 de agosto de 2020
Un nuevo día
viernes, 14 de agosto de 2020
La ilusión del Tiempo
Hoy me gustaría hablar del tiempo como paradoja o ilusión. Hablo, claro está, del tiempo cronológico y no del tiempo atmosférico, al que podríamos asociar, este último, con más acierto, a la perpepción del espacio y que, en cualquier caso, se podría tratar en otro artículo.
La paradoja del tiempo en sí (como yo lo considero) o las paradojas asociadas a la anterior paradoja (¿estoy paradojeando?) pueden tener su origen (¿en el tiempo?) en la perspectiva que tiene el ser humano cuando trata de medir o calcular los fenómenos que le rodean: la antropocéntrica. Y es que el ser humano, por muchas teorías heliocéntricas o teocéntricas que asomen, no deja de verse siempre como el ombligo del mundo.
Pongo como ejemplos los ya conocidos, gracias a la ciencia-ficción, viajes en el tiempo que generan una innumerable colección de problemas a los (y las) protagonistas de películas como ‘Regreso al futuro’ y que están relacionados directamente con lo que le pasará a la persona, al sujeto que viaja, cuando se encuentre consigo mismo, por ejemplo, en uno de los mencionados viajes. Al antropocéntrico protagonista no se le ha ocurrido pensar que, quizás, el señor del Tiempo no está dispuesto a permitir eso. Uno es o no es. No puede estar en misa y repicando a la vez.
Tampoco podemos descartar las consecuencias en la creación de realidades futuras que podrían tener (y tienen) las correcciones (o incorreciones) que series como ‘El ministerio del Tiempo’ nos plantean cuando hablan del asesinato de algún artista o de los obstáculos que amenazan el descubrimiento de alguna famosa vacuna.
Ya está bien de supuestos mundos paralelos creados por realidades pasadas modificadas en un viaje poco fortuito en el tiempo o de personajes autoclonados precisamente por el susodicho viaje. Si bien no espero una explicación a la altura del Ser y Tiempo de Martin Heidegger, me conformaría, al menos en lo cinematográfico, con un cambio en el tratamiento infantil que se le hace desde hace ya tiempo...
Una pobre aproximación fue la idea que sugirieron los primeros mitos señalando a la personificación del tiempo, el antes mencionado Señor del Tiempo o Chronos (no confundir con Cronos, padre de Zeus), como algo externo al hombre y que, en consecuencia, no dependía de él sino del dios mismo.
Aunque se debe admitir que, después de todo, nuestra concepción actual del mismo se parece más a la mitológica: el tiempo está ahí y nosotros envejecemos aquí. Es lo que hay.
Sin embargo, no dejan de aparecer abogados del tiempo subjetivo arguyendo que, por ejemplo, la película que para unos se puede hacer interminable, para otros puede pasar en un suspiro. ¿Estaríamos hablando del tiempo o de la sensación de paso del tiempo? Para mí, en apoyo a los abogados del principio de párrafo,la más auténtica o real es la que experimento. Lo que me lleva a sospechar que el tiempo se crea solo cuando somos conscientes de él. Somos parte de él.
domingo, 9 de agosto de 2020
Agotadas las vías del conocimiento
De esta manera aparecieron unos pensamientos míticos o mitos que trataron de explicar muchos aspectos de lo Real abusando de nuestra abultada y fantasiosa imaginación. No lo lograron satisfactoriamente y fue necesario la aparición del método científico (amén del filosófico y el teológico) con sus teorías que trataban de parchear una realidad que se iba revelando por su propia voluntad: eclipses, cometas, terremotos,...
La ciencia ha cogido impulso y trata de llenar todos los vacíos creados por cada teoría mediante la creación de una nueva en una sucesión infinita que terminaría en una teoría Total de la Realidad que se incluyera a sí misma tanto como el primero de los pensamientos humanos.
Así que, agotada esta vía del conocimiento debido a la aparición, entre otros, del principio de incertidumbre, cuyo corolario más directo podría ser 'nadie puede conocer nada salvo a sí mismo' en referencia al clásico 'Conócete a ti mismo' del oráculo de Delfos, comprendemos que el método científico no es menos fantasioso que el pensamiento mítico ya que ha terminado proponiendo unas ecuaciones imaginarias cuyas soluciones crearían una pseudo-realidad. Y es que resulta que nadie ha podido ver todavía un agujero negro que, según cuentan, es capaz incluso de tragarse el propio tiempo. Pura fantasía.
Pero, en definitiva, debemos estar agradecidos pues este viaje fantástico a través de la ciencia nos ha conducido al descubrimiento de la última vía de conocimiento: la meditación Zen o Yoga de la auto-observación (como se prefiere decir en Occidente) mediante la cual podemos participar más de este gran juego cósmico (o Lila, como se dice en Oriente) que suele llamarse Vida.